
Es muy fácil subirnos a la atalaya de los valores humanos y decir “todos tenemos derecho a…”, pero a la hora de la verdad, los prejuicios afloran, sobre todo cuando se trata de tomar decisiones sobre candidatos para un puesto. Algunos de estos prejuicios suelen ser casi invisibles, pero a menudo juegan un papel crucial al seleccionar a quienes queremos para nuestros equipos de trabajo
¿De qué hablamos cuando mencionamos prejuicios en la selección de personal?
- Sobrepeso: A veces las personas se sienten incómodas con quienes no cumplen con los estándares tradicionales de cuerpo.
- Piercings: Los adornos faciales y corporales pueden generar dudas en un entorno profesional, aunque muchas veces no tienen nada que ver con el rendimiento en el puesto.
- Tatuajes visibles: Hoy en día, muchos siguen considerando que un tatuaje en el cuello, las manos o la cara es incompatible con ciertas profesiones, sin tener en cuenta que el valor de una persona no se mide en su piel.
- Estatura: Aunque la capacidad de una persona no está relacionada con su altura, este factor sigue influyendo en la percepción que tenemos de los demás.
- Voz y vestimenta: La forma en que alguien se expresa y su manera de vestir también pueden desencadenar juicios precipitados que restan oportunidad a personas altamente cualificadas.
- Color de pelo: El cabello teñido de colores poco convencionales, como el verde, el rosa o el azul, puede generar prejuicios y la suposición errónea de que alguien no es profesional.
- Manicuras extravagantes: Uñas largas, decoradas o pintadas con colores brillantes o diseños complejos pueden ser vistas como una distracción o algo poco serio para un entorno profesional.
- Peinados inusuales: Cortes de cabello creativos o peinados fuera de lo común, aunque sean expresiones de personalidad, pueden ser juzgados como poco apropiados para algunas industrias.
- Vestimentas religiosas: Las vestimentas asociadas a creencias religiosas, como el uso del velo islámico, la kippah judía, o el turbante sij, a veces se perciben como algo incompatible con ciertos entornos profesionales, a pesar de que no deberían influir en la capacidad de un individuo para desempeñar su trabajo.
Quiero compartir con ustedes una experiencia personal que me ha hecho reflexionar sobre cómo los prejuicios pueden arruinar oportunidades de oro.
Recuerdo una entrevista que realicé hace casi una década, cuando trabajaba como gobernanta en un hotel de Liverpool. En esa ocasión, necesitábamos incorporar un mozo de habitaciones y, tras recibir un currículum de un joven con bastante experiencia y un perfil que encajaba bien con lo que buscábamos, lo invitamos a una entrevista.
Para ese entonces, debo admitir que era más conservadora que ahora, a pesar de ya tener un tatuaje, que en aquel momento no era visible. El candidato al que solo llamaré J., tenía piercings en la lengua, nariz, labios, orejas y tatuajes visibles en su cuello y manos.
Al principio, debo confesar que me sentí incómoda por su apariencia, ya que no coincidía con el estereotipo de “empleado profesional” que yo había imaginado. Sin embargo, algo cambió en cuanto comenzó la entrevista. J. habló con tanta pasión, dedicación y conocimiento sobre el trabajo, que mis prejuicios se desvanecieron al instante. Su entrevista fue impecable, llena de entusiasmo, compromiso y un deseo evidente de aportar al equipo.
Sin pensarlo demasiado, le ofrecimos el trabajo en el momento, sin darle una segunda vuelta, porque su actitud y sus respuestas habían hablado más alto que cualquier apariencia externa.
Lo que sucedió después no fue una sorpresa. En tan solo un mes, J. fue elegido como “Empleado del Mes”, y lo más impactante fue que su nombramiento fue votado de manera unánime por todos los jefes de departamento. Sus compañeros lo admiraban, y su pasión por el trabajo se veía reflejada en su desempeño diario.
Este ejemplo no solo refleja la importancia de mirar más allá de las apariencias, sino también cómo los prejuicios pueden limitar la oportunidad de descubrir talentos excepcionales.
En ocasiones, las personas que se apartan de los estereotipos de vestimenta, estilo de vida o apariencia pueden ser las más capacitadas, motivadas y comprometidas. Nos quedamos a menudo atrapados en ideas preconcebidas, pero, como en el caso de J., los valores como la dedicación, el trabajo en equipo y la pasión por lo que uno hace son los que realmente determinan el éxito de un individuo dentro de una empresa.
Es fundamental abrir nuestras mentes y no permitir que los prejuicios nos cieguen. La diversidad en todos sus aspectos es una fuente de innovación, creatividad y progreso, y debemos aprender a valorar a las personas por lo que realmente aportan, no por lo que llevan puesto ni por lo que se ve a simple vista.
Reflexión final: Los prejuicios pueden destruir oportunidades increíbles. En lugar de enfocarnos en lo superficial, debemos aprender a valorar lo que verdaderamente importa: la pasión, las habilidades y la dedicación de las personas. Recuerda, nunca subestimes el potencial de alguien solo por su apariencia. ¡Los talentos más brillantes pueden estar justo frente a ti, sin importar su apariencia!.
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Filed under: POSTS DE LA GOBER | Tagged: departamento, personal, prejuicios, RRHH, selección |


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