
Hay entrevistas en las que, desde el primer momento, algo no cuadra. A veces es sutil, otras veces evidente, pero si prestas atención, el cuerpo lo nota. Esa sensación de “aquí no es” suele venir acompañada de ciertas frases o actitudes que, aunque aparentemente normales, deberían hacerte encender una alarma interna.
Una de las más recurrentes es el clásico “aquí somos una familia”. Puede parecer amable, incluso acogedor, pero muchas veces esa frase se utiliza para justificar cargas de trabajo que van más allá de lo que debería hacer una sola persona.
A veces también oirás: “aquí todos hacemos de todo”. Eso puede sonar a trabajo en equipo, pero en realidad suele significar desorganización, falta de estructura y que vas a acabar haciendo tareas que ni te corresponden ni están reconocidas (ni pagadas)
Otra pista de que algo no va bien es cuando la entrevista comienza por el final. “¿Tienes alguna pregunta?” te sueltan, con tono cansado. Eso suele ser señal de que no les interesas desde el primer segundo y solo quieren salir del paso.
Peor aún si te interrumpen constantemente, miran por la ventana o al techo mientras hablas, o incluso se permiten comentarios despectivos sobre tu experiencia o tu CV. Si no hay respeto en ese primer contacto, no lo habrá después.
Hay veces en que el proceso se alarga innecesariamente. Te hacen ir de un hotel a otro dentro de la misma cadena, te hacen varias entrevistas, cambian los puestos sobre la marcha y, al final, terminas con un seco “gracias por participar”. Sin explicación, sin feedback. Solo para cubrir el expediente. Tu tiempo es oro, y si ves que no lo valoran, no lo sigas regalando.
También hay quien se saca de la manga requisitos administrativos para descartarte antes de darte siquiera la oportunidad de presentarte. Que si no tienes número de seguridad social local, que si aún no estás empadronada, que si te falta una dirección fija. Trámites que, curiosamente, solo pueden hacerse una vez firmado el contrato, pero que utilizan como excusa para cerrarte la puerta sin ni siquiera conocerte.
Y lo peor: pedirte una jornada de prueba sin contrato ni remuneración. Esto, además de poco ético, es directamente ilegal. Y si te parece excesivo levantarte e irte en ese momento, al menos hazlo al día siguiente sin mirar atrás.
No se trata de ir a una entrevista con la escopeta cargada, pero sí con las alertas activadas. Tú también estás eligiendo. No estás pidiendo un favor, estás ofreciendo tu talento, tu tiempo y tu experiencia. Si notas que no lo valoran, la decisión ya está tomada.
¿Has vivido una entrevista que te dejó mal cuerpo? ¿Te inventaron requisitos absurdos para no contratarte? Cuéntamelo en comentarios o escríbeme, que de estas cosas también se aprende… y mucho.
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Filed under: departamento de pisos | Tagged: consejo laboral, curriculum, entrevistas laborales, experiencia laboral, recursos humanos, trabajo |


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