• ARCHIVOS

  • Categorías

SALIR DE TU ZONA DE CONFORT


Todavía recuerdo mi reacción a la noticia de que nos mudábamos a otro país. Eso fue en 1993 y mi padre había conseguido una plaza de profesor para trabajar en Marruecos.

Gritos, lloros, pataletas, «mi padre me había traicionado» pensaba para mis adentros, » a mí, a su niña». Su niña estaba en plena efervescencia quinceañera y comenzaba a disfrutar del permiso parental para salir con sus amigos los fines de semana por la noche (sólo hasta las 23h., sino ya tenía a mi madre desde el balcón mirando a izquierda y derecha como una descosida).

Con 15 años me enfrenté a mi primera mudanza, cambio de cultura y de lengua. El pasar de los años me ha dado la madurez para ver esa primera experiencia con perspectiva y verlo como algo más positivo que negativo.

Mi segunda experiencia vendría a los 17 cuando me mudé con mis hermanos para comenzar la universidad, no tenía a nadie para ir detrás mia para que estudiara, o me hiciera de comer, o me responsabilizara de mis clases, fotocopias, libros, fechas de exámenes….

Los años universitarios pasaron bastante rápido y entonces decidí que era lo suficiente mayor con 24 años para irme a Inglaterra, después de aparcar mi carrera como maestra de educación especial. Carrera profesional que no echo de menos ni un ápice.

Desembarqué en Brighton, con un nivel A2 (básico) de inglés y con una maleta llena de ilusiones me fuí tropezando día sí y día también al vivir fuera de tu casa, con un idioma extranjero y con la sensación de que todo el mundo te toma el pelo.

Trabajé como camarera de pisos y ahí encontré mi verdadera pasión, la hostelería. Aquel corre-corre de todos los días me enganchaba aunque hubo momentos muy duros que incluso pensé en tirar la toalla. Pero el trato con los clientes, la ayuda entre compañeros y la satisfacción de ir mejorando día a día me cautivó.

Se suponía que iba para 3 meses y me quedé 2 años. Aquellos dos años me dieron la capacidad de resolver problemas por mí misma, búsqueda de casa, hacer la compra, pagar facturas, recibir mis primeras nóminas, abrir una cuenta corriente, comprar billetes de tren y avión…. . Volví en 2004 a casa, y hasta 2006 no me moví, y aquí empieza mi periplo de cambios. Torrox, Marbella, Cádiz y Estepona fueron mis destinos durante 6 años.

Y en 2012 me sale la oportunidad de volver a Inglaterra y al igual que en la otra ocasión, en vez de estar 3 meses, me quedé 7 años : Londres, Oxford, Bristol, Cambridge, Manchester, Bournemouth y Liverpool fueron mi hogar, innumerables cambios de casas, problemas con bancos que te tratan como si fueras de otro planeta, caser@s que se creen que no conoces tus derechos, en conclusión …. un sinfín de situaciones que hubo que resolver, aunque al final cuando volví en 2019 me dió una sensación de orgullo , la misma que sentiría 2 años más tarde cuando me fuí a Suiza a trabajar.

Cambiar de trabajo, trabajar con personas diferentes de cultura y religión, salir de casa y tener un@ que buscarse las habichuelas por sí mism@, nos dá autonomía y sensación de enfrentarnos a más situaciones con incertidumbre.

SALIR DE TU ZONA DE CONFORT SOLO TE TRAERÁ BENEFICIOS.

EL CAMBIO ESTÁ EN TÍ


Desde el año pasado estamos sumergidos en una avorágine de cambios, incertidumbre, todo nos parece difícil e inalcanzable.

Esta mañana me he acordado de una bonita historia que leí el año pasado en el libro de Anxo Perez «Los 88 peldaños del éxito». Este libro está compuesto por 88 minihistorias, y no sé por qué esta fue la que más me impactó.

LA HISTORIA DE YOSÍ Y YONO:

» Dos hermanos gemelos tenían por nombres Yosí y Yonó. Ambos nacieron en la misma familia, compartieron el mismo momento y espacio en la Historia, tuvieron las mismas oportunidades y durante mucho tiempo hicieron todo juntos: se criaron juntos, fueron juntos a los campamentos de verano, asistieron a la misma escuela primaria y estudiaron juntos en el instituo. Pero hubo un momento, justo después del instituto, en el que sus vidas tomaron rumbos distintos y dejaron de hacer las cosas juntos. Sucedieron una serie de hechos que desviaron sus trayectorias. todos a favor de Yosí, y todos aparentemente milagrosos: recibió una beca de una prestigiosa universidad, mo0ntó su proia empresa basada en una exitosa idea y acabó convirtiéndose en uno de los hombres más ricos del mundo y ayudando a millones de personas. Mientras tanto, Yonó llevaba una vida mediocre en la que apenas subsistía.

¿A qué se debía todo ese éxito?

Yosí había descubierto la fórmula contra la calvicie.

El día que lo supo, Yonó exhortó una exclamación de injustícia: «Dios mío. Hay que ver la suerte que tiene mi hermano. Sólo por una idea. Ojalá se me hubiera ocurrido a mí. A él todo le sale bien. Que injusta es la vida. Es inexplicable cómo puede tener tanta suerte. Es como si fuera un milagro. «

¿Milagro? ¿Suerte? ¿Injusto?…. ¿Seguro?

Rebobinemos.

En el verano de su décimo cumpleaños fueron a pasar unos días de campamento al lago. El monitor les propuso varias actividades. Yosí eligió aprender inglés y le dijo a Yonó: «¿Te apuntas». Yonó respondió: « La verdad es que estaría genial, pero me da un poco de pereza». Optó por no hacerlo y los veranos siguientes prefirió la playa al campamento. Yosí repitió tres veranos seguidos, más un cuerto en Inglaterra.

Cuando eran adolescentes, en su último año de instituto, el jefe de estudios les informó de que se acababan de convocar unas becas para formar parte de unos miniproyectos de investigación en la universidad estadounidense de Harvar. A Yosí le apasionaba la biología y acababa de recibir el primer premio en un concurso académico para adolescentes por un trabajo de investigación científica. Ambos quisieron presentarse a las becas, pero a Yonó le faltaban varios requisitos, entre ellos un expediente brillante y un dominio del inglés.

Yosí fue seleccionado y durante sus estancia consiguió trabajar con un científico de renombre que le inclucó pasión por la biología.

Yonó continuaba con sus veranos en la playa disfrutando de numerosas y divertidas fiestas entre amigos. De vez en cuando colgaba sus mejores fotos en sus redes sociales y Yosí las contemplaba receloso y con nostalgia, tentado a dejarlo todo y volver con su gente, a lo seguro, a lo divertido, a lo fácil. Pero al final siempre conseguía recolocar su mirada en su objetivo, llenarse de determinación y coraje, dar a las a su pasión, remotivarse y continuar su cometido, dedicado en cuerpo y alma a estudiar con obsesión sobre un único tema: la regeneración capilar.

Acabó la carrera, inició su doctorado y durante su segundo año Yosí ya estaba impartiendo clases en Harvar. Ilusionado por que su hermano progresase y mejorase su currículum, lo llamó por teléfono y le brindó la posibilidad de que pudeiese ser alumno en una de sus clases. A la propuesta, Yonó replicó: «Muchas gracias, hermano. La verdad es que me encantaría estudiar en Harvard pero me da un poco de pereza dejar todo e irme a vivir ahí».

Un par de años después, Yosí terminó su tesis doctoral en la que asentó las bases de la fórmula que unos años más tarde hizo crecer el pelo de millones de personas que lo habían perdido y que le dio su éxito como investigador y emprendedor.

El éxito de uno y el fracaso del otro hizo más patentes sus diferencias de actitud, pero curiosamente las diferencias entre Yosí y Yonó ya se remontaban a su infancia cuando ante cada opción que requería un mínimo esfuerzo o sacrificio Yosí vencía esa pereza y Yonó se dejaba consumir por ella.

Esta historia demuestra dos cosas: que los grandes cambios se consiguen con un cúmulo de pequeñas decisiones y que cada una de esas decisiones sólo se logra superando la pereza .